Thursday, March 01, 2007
Televisión y escuela, ¿quién puede más?
La importancia de la televisión como elemento educador: frente a las 800 o 900 horas que los niños frecuentan las clases al año, su permanencia ante el televisor puede llegar a sumar 1.500 horas en igual periodo de tiempo.
Además, mientras la clase tiene un carácter disciplinario, la televisión se presenta como aliada de los caprichos y deseos de los jóvenes.
(Extracto del Informe sobre la repercusión del medio televisivo en el público juvenil español, de SOS Familia del año 2002, realizado por Daniel Rey González y Ana María Sánchez Marcos).
Los expertos recomiendan una hora, o como máximo una hora y media de asistencia diaria a la televisión. En cambio, los niños españoles pasan una media de 20 horas semanales delante del receptor, o sea casi tres horas por día, también como promedio. El Comité de Medios de comunicación de la Asociación Española de Pediatría ha puesto de relieve que, frente a las 800 o 900 horas que los niños frecuentan las clases al año, su permanencia ante el televisor puede llegar a sumar 1.500 horas en igual periodo de tiempo. Y todas esas horas forman parte de su proceso educativo, de su proceso de maduración personal y de su desarrollo como individuo social.
La escuela ayuda al individuo a ser social, le forma y le potencia, le integra en la sociedad, le adiestra en la convivencia y le desarrolla su capacidad intelectual. Sin embargo, su carácter disciplinario, a veces se contrapone con los deseos de los más jóvenes, que por falta de experiencia y reflexión tienden a oponerse a todo sistema adulto que pueda ser normativo. La televisión se presenta como aliada de dichos caprichos. La programación televisiva busca ser atractiva para nuestros jóvenes y en muchas ocasiones genera en ellos impulsos básicos contrarios a lo que son sus verdaderas necesidades de formación y de disciplina, para proponerles modelos y patrones sociales que las emisiones televisivas desean imponer.