Saturday, January 27, 2007

 

Crear personalidades fuertes

Fragmento de un artículo en el que José Benigno Freire estudia el alarmante aumento de los trastornos de la alimentación en los jóvenes y los problemas de personalidad causados por la anorexia y la bulimia.

(Revista " Nuestro Tiempo", marzo 2002, pp. 42-47).



(Siendo un fenómeno común en la evolución de los jóvenes la preocupación por el propio cuerpo y la imitación de los modelos encumbrados y a la vez teniendo todos la misma presión social y los mismos influjos socioculturales), “¿por qué unos sí y otros no? ¿Por qué unos resultan más vulnerables que otros a la presión social de los modelos estéticos? ¿Por qué mientras algunos sienten un miedo aterrador a la gordura, otros se atiborran glotonamente de comida rápida, tan contraria a las recomendaciones de la dietética?

Porque depende de la personalidad del sujeto. El agente desencadenante del trastorno es principalmente personal: los otros no pasan de ser factores predisponentes o precipitantes. Hay que bucear en la intimidad de la persona, de la misma manera que es preciso esperar a la bajamar para descubrir las auténticas hechuras de la roca que asoma en el agua de la playa.



PERSONALIDADES FRÁGILES.

La situación es preocupante, pues los especialistas señalan que en las dos últimas décadas los casos de anorexia se han multiplicado por diez, y a eso hemos de sumar el llamativo aumento de otras alteraciones y las patologías del ánimo en la juventud actual.

Y si concedemos que el origen se esconde en la personalidad de los adolescentes, surge una serie de insidiosas, incisivas e inquietantes interrogantes: ¿Por qué son tan frágiles las personalidades de nuestros jóvenes? ¿Por qué tienen tan poca tolerancia a la frustración o ante la insatisfacción de sus deseos más espontáneos? ¿Los preparamos de forma realista para la vida social, profesional, laboral, de una sociedad competitiva y en continua innovación? ¿Sabemos transmitirles valores profundos y entusiastas que superen la fascinación ingenua de los simples usos y costumbres de la moda? ¿Por qué se dejan imantar tan fuertemente ante los reclamos de la propaganda y de la estética al uso? ¿Les ofrecemos el necesario soporte emocional –personal y familiar- para compensar la inseguridad de su etapa adolescente? ¿Perciben el acogimiento de sentirse queridos? ¿No tendrán demasiado fácil la satisfacción de sus necesidades?

Aquí radica el quid de la presente cuestión. Padres, educadores y los agentes sociales en general debemos reflexionar y cuestionar qué tipo de educación y soporte psicológico ofrecemos y ofertamos a los adolescentes y jóvenes. Quizá ahí toparemos con las carencias que dan razón cabal de esas personalidades yermas y blandas capaces de sucumbir al primer envite de los vientos de la frustración o la dificultad, inherentes al vivir.





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