Wednesday, December 06, 2006

 

¿qué es el surf?

Es un estado de equilibrio dinámico entre el hombre, la ola y la tabla, sumergidos en una Naturaleza armoniosamente salvaje que contrasta con la insignificancia y pequeñez humana, y que provoca una constante y progresiva pregunta, búsqueda y encuentro de la perfección y lo trascendente.



Para entender correctamente el SURF habrá que remontarse a sus orígenes polinésicos hace ya unos cuantos siglos. Algo descubrieron estos nuestros antepasados cuando comenzaron a cabalgar sobre las olas, al inicio, en unas estructuras de madera que usaban para regresar a tierra después de pescar, o de explorar lugares recónditos, en la multitud de islas bañadas por el océano Pacífico.

Ese “algo” que descubrieron y se instaló en su religión, cultura y sociedad, les llevó a realizar una serie de ritos y oraciones, para bendecir los árboles wiliwili antes de talarlos y sacar de ellos unas buenas tablas deslizadoras de olas.

Ese “algo”, que les movió a levantar templos, con unas gradas para los habitantes de la isla, con un tipo de ara o altar principal en donde los kahuma, intercesores entre el pueblo y la divinidad, invocaban y suplicaban para pedir olas y dar gracias al gran Kahuma, Dios de las olas, y una especie de alberca o depósito de agua, en donde se bañaba y sumergía la gente después de pasar un día practicando el surf.
Ese “algo”, que convirtió, en algunas islas, en privilegio de reyes, príncipes y kahuma hawaianos el poder surfear; pero con un gran apogeo en los habitantes de los poblados, entre quienes se disputaban la bravura y habilidad de los más intrépidos e incluso cortejaban a sus futuras mujeres.

Ese “algo” que llamó la atención a los exploradores europeos, que dejaron testimonio escrito y artístico y que se transmitió progresivamente a otros países.

Ese “algo” que comenzó a condensarse en un estilo de vida, un modo de pensar, una protocultura de lo que actualmente es el surf.

Para entender el concepto de SURF, hay que echar una mirada atrás y remontarse al pasado para buscar la semilla del por qué del SURF, del porqué empezar a deslizarse sobre las olas con una nueva visión, y la implicación del hombre en este proceso.

El origen del surf fue, primero, meramente práctico, ya que las tablas polinésicas eran una herramienta de trabajo. Pero el hombre siempre busca ir más allá. Y estas primitivas culturas encontraron una visión de trascendencia en el seno de su actividad diaria, y pronto comenzó a tener sentido el espíritu del surf.

Y así aparece el surf con un sentido de privilegio, con un sentido espiritual que trasciende la trivialidad de la apariencia inmediata. Recurren a ritos sagrados e inmolan al Dios de las olas. Y perciben la debilidad del hombre, inmerso en un entorno a la vez bello y agresivo: la fuerza poderosa del mar y las olas.

Por ello he definido el surf como un “estado”, que no solo es físico, sino también mental. Es una actitud, un modo de estar y de ser, un estar pendiente de todo lo que tenga que ver con las olas: las mareas, dirección del swell, el viento, tamaño y calidad de la ola, los fondos costeros... Es un estado que condiciona la vida del surfer, tanto física como psicológicamente, que le hace vivir más consciente y más en presente sobre las olas.

“El equilibrio dinámico” antes mencionado reclama la concentración plena de quien surfea esa masa líquida en continuo cambio que es la ola. Un medio peligroso, inestable, difícil de conquistar, pero dominado por el equilibrio interno y externo del hombre, deslizándose velozmente sobre la ola en un trinomio “hombre-tabla-ola”: un equilibrio dinámico que articula la cohesión que existe entre estos tres elementos, y que llamamos surfear.

“Naturaleza armoniosamente salvaje”. El entorno en el que se realiza el surf es un marco indiscutible, como lo es la Naturaleza. El planeta Tierra constituye el único descubierto con tres cuartas partes de agua, en el que la justa distancia al sol produce que se encuentre en estado líquido y que por diferencias de temperatura se generen borrascas capaces de producir frentes de olas que de manera armónica avanzan a las costas, levantando esas salvajes y bellas formas que son las olas.

Y ahí está el surfer, en ese encuadre incomparable, solo para él, dominando inteligentemente el surf sobre la ola, y experimentando la “insignificancia y pequeñez humana” frente a la majestuosidad de la Naturaleza. Es lo mismo que evocaban los kahuma hawaianos, venerando el cielo, el mar y las olas.

La motivación del surfer es una “constante y progresiva pregunta, búsqueda y encuentro con la perfección y lo trascendente”. Tres pasos escalonados, porque la vida del surfer es siempre preguntar, para ser capaces de explorar y buscar. Y siempre insatisfechos, porque si encontráramos la ola perfecta, dejaríamos de buscar.

Por ello, el espíritu del verdadero surfer es una prolongada búsqueda con un descubrimiento progresivo. Una ansiedad insatisfecha de surfear que mueve a hacerlo en una constante búsqueda de un encuentro trascendente e inmanente en la ola y desde la Naturaleza.

Jesús Barrón


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